¿Quién no se quedaba boquiabierto con las historias de los héroes griegos cuando niño? ¿Quién no sentía cierta repulsión por los monstruos o atracción por los seres fantásticos que poblaban esos relatos? ¿Quién no quería que los dioses del Olimpo le regalaran una espada o un casco de la invisibilidad?
La mitología griega ha sido el motor que ha hecho trabajar nuestra imaginación, y también la fuente de inspiración para el cine. En este sentido, la primera versión de Furia de Titanes se convirtió -a pesar de sus deficiencias- en un clásico ochentero que sigue siendo un referente para grandes y chicos.
Sin embargo, las cosas han cambiado bastante para la nueva Furia de Titanes y lamentablemente no ha sido para bien o para hacer del remake una pieza memorable o una suerte de homenaje a la obra original. Así veremos que Perseo, el hijo mortal de Zeus, se embarcará en un peligroso viaje para liberar a toda la Tierra del caos que Hades quiere iniciar.
Aquí radica la primera diferencia con el filme ochentero: el argumento. Si bien se mantiene el esquema del viaje de Perseo, las motivaciones del personaje son totalmente distintas. Incluso su historia personal ha sido convenientemente manipulada y alejada de la fuente mitológica que respetaba el filme de Desmond Davis: el héroe no será el fruto de Zeus con la hija de Acrisio, sino de la unión de la esposa de éste con el dios.
Y así se irán agregando situaciones más "dramáticas": Perseo se criará con una familia desdichada que es destruida por Hades, y por ello nacerá el sentimiento de venganza que motivará su viaje, no la salvación de Argos o el forzado sacrificio de la bella Andrómeda. Si hasta ahí pensabas que habían modificaciones, pues lamento decirte que habrá más como el origen de Calibós y los escorpiones gigantes y otros hechos que me demoraría en enumerar.
Aspectos esenciales de la película original como la escena de la cabeza parlante y el búho de metal que prácticamente era un actor de reparto, se encuentran ausentes o ultraminimizados en esta versión que se regodea en criaturas digitales malhechas y que tienen más de la plasticidad de la estética del videojuego que del realismo rústico del stop-motion.
Respecto a las actuaciones, Sam Worthington no ayuda en el rol protagónico: su Perseo es un Jake Sully sin muletas e incapaz de transmitir emoción alguna. Liam Neeson como Zeus y Ralph Fiennes como Hades tienen buenas intervenciones, pero el guión no les permite dar más. Y de esta forma también se desperdicia un personaje interesante como Draco, el experimentado soldado que interpreta el danés Mads Mikkelsen.
Con este desalentador balance, de algo estoy seguro: este remake de Furia de Titanes no pasará a la historia por su improvisada conversión al formato 3D, por la abundancia de sus (fallidos) efectos visuales o por tener al héroe de acción del momento como protagonista, sino por haber destrozado el recuerdo de un clásico en menos de dos horas. Y para eso no era necesario liberar al Kraken.
Mi calificación: 3.1 de 10
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